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HACIA LA GRANDEZA...


Hay un relato sobre un hombre que le reza a Dios pidiéndole una manera de acercarse a Él, y su oración es contestada cuando Dios le dice: “¿Ves esa gran roca allá abajo? Empújala”.

Naturalmente, el hombre corre hacia la roca y, con toda su fuerza, comienza a empujar, empujar y empujar. Pero la roca no se desliza ni un poquito. Pasan los días y nada ocurre. El hombre está fanático y se rehúsa a rendirse ante la frustración y la fatiga. Pasan las semanas, los meses, los años, y la roca aún permanece en el mismo lugar donde la encontró.

Después de diez años trabajando con toda esta carga, le grita a Dios: “He estado empujando esta roca por diez años. No puedo moverla. ¡¿Por qué me darías la tarea de empujar algo que no puedo mover?!”.

“No dije que la movieras. Dije que la empujaras”, responde Dios. “Moverla es mi trabajo. Pero mírate ahora. Cuán hermosa está tu figura. Mira cuán fuerte estás hoy como resultado de tu trabajo arduo. Estabas débil cuando viniste a mí hace diez años. Ahora mira en lo que te has convertido a través del esfuerzo de empujar esta roca”.

Envidia, ira, miedo, duda - estas fuerzas son nuestra roca. Amor, felicidad, valentía, certeza - estos poderes son las recompensas de resistir nuestra tendencia a rendirnos ante dichas fuerzas.

Hacer resistencia es lo que nos transforma en algo grande.

Yehuda Berg

AQUELLA MIRADA...

Hoy vi tu rostro reflejado
en la luz del ventanal,
tu rostro espinado
tus ojos tristes,

Hoy te vi en todos lados,
quize plasmar
 tu sencillez en un dibujo
la calma en tu presencia,


Hoy vi tu rostro,
como aquellos tus ojos
y tu bella sonrisa
que en mis sueños aparece.

Hoy recorde esos ojos
esa miel al mirarme,
que me pierde 
y mi mente olvida 
toda nostalgia triste,

Hoy recorde tu sonrisa,
con esa dulzura
de un mundo extraño,
mi alma se va en contemplarte.

-AmishA-

LA MARIPOSA AZUL

Había un hombre que vivía con sus dos hijas. Las niñas eran curiosas e inteligentes y siempre hacían muchas preguntas. A veces el hombre sabía responder pero, otras veces, no tenía ni idea de la respuesta. Como pretendía ofrecerles la mejor educación, mandó a las niñas de vacaciones a casa de un sabio que vivía en lo alto de la colina.
El sabio siempre respondía a todas las preguntas sin ningún tipo de duda. 
Impacientes con el sabio, las niñas decidieron inventar una pregunta que él no pudiera responder.
Así que un día una de ellas capturó una linda mariposa azul con la que pensaba engañar al sabio.
¿Qué vas a hacer? - le preguntó su hermana.
-Voy a esconder la mariposa entre mis manos y la dejaré volar. Si dice que está viva, la apretaré y la aplastaré.
De esta manera, cualquiera que sea su respuesta, ¡será una respuesta equivocada!
Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio, que estaba meditando. 
-"Tengo aquí una mariposa azul. Dígame, sabio ¿está viva o muerta? 
 Muy calmadamente el sabio sonrió y respondió:
-"Depende de tí... Ella está en tus manos."
Nuestra vida está en nuestras manos como aquella mariposa azul. Nos toca a nosotros saber que hacer con ella. No debemos de culpar a nadie.
 Relato oriental

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