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EL NIÑO QUE PUDO HACERLO...

Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de prondo, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la unica opción que había era romper la capa que lo cubría.

Su amigo comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudia buscó rápidamente una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas.
Golpeó, golpeó y golpeó hasta que consiguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.

A los pocos minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro, llegaron los bomberos.

Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa.

Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente ¿cómo ha podido conseguirlo? -comentaban entre ellos.

Un anciano que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los bomberos y dijo: Yo si sé como lo hizo.
¿Cómo? -respondieron sorprendidos.

-No habia nadie a su alrededor para decirle que no podia hacerlo. 

 Autor
(adaptación realizada por Eloy Moreno de un cuento popular)

METAFORA...

"Dicen que antes de entrar en el mar,
el río tiembla de miedo. Mira para atrás todo el camino recorrido, las cumbres, las montañas,
el largo y sinuoso camino abierto a través de selvas y poblados, y ve frente de sí un océano tan grande, 
que entrar en él solo puede significar 
desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera, 
el río no puede volver. Nadie puede volver. 
Volver atrás es imposible en la existencia. 
El río necesita aceptar su naturaleza 
y entrar en el océano. Solamente entrando en el océano 
se diluirá el miedo, porque solo entonces 
sabra el rio que no se trata de desaparecer en el océano,
 sino en convertirse en océano".

Khalil Gibran

HAY AMISTADES...


Hay amistades hechas de risas
o dolores compartidos; otras de
horas de escuela; otras de juegos
de juventud, salidas, cines, o
diversiones; otras de un momento 
 clave vivido en coincidencia...
 y luego están aquellas que nacen
 sin saber por qué... incluso de
 silencios compartidos o de simpatía
 mutua sin explicación.

- Antoine de Saint-Exupéry -

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