Un campesino muy inculto, de edad avanzada, llegó a las puertas de un monasterio. Cuando le abrieron, dijo:
-Amigos monjes, soy un hombre con mucha fe.
Quiero recibir enseñanzas.
Los monjes hablaron entre sí, y al comprobar la incultura del recién llegado, pensaron que no estaba capacitado para recibir enseñanzas, pero como parecia un hombre de fe, le dieron una oportunidad:
- Mira buen hombre, te vas a hacer cargo de barrer todos los días el monasterio. Puedes quedarte aquí y tendrás sustento y alojamiento.
Meses después, los monjes comenzaron a ver que cada día el campesino se encontraba más tranquilo.
Reflejaba verdadero sosiego, tanto es así que, extrañados, le preguntaron:
- Buen hombre, parece que en estos meses has sufrido una gran evolución espiritual. ¿Estás practicando algún método especial?
Y el hombre contestó:
- Hermanos, lo único que hago con mucha lucidez y amor, es barrer el monasterio. También, al barrer, pienso que estoy barriendo de mí los rencores, los engaños, la codicia y el odio. Y cada día soy más feliz.
Anónimo
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