Imaginemos que tenemos una cita muy importante, a la cual no debemos llegar tarde, pero el auto se detiene bruscamente en la mitad del camino.
La mayoría de nosotros empezaría a protestar, quejarse e incluso darle una patada al auto.
Esta actitud no ayudará a que el auto arranque nuevamente. Lo que deberíamos hacer sería abrir el capó, llamar al auxilio, detener a otro automovilista,etc. Esto solo será posible si previamente aceptamos la realidad del desperfecto.
Aceptación no es pasividad, sino lucidez para ver las cosas como son. Esa actitud se diferencia de la tolerancia que se manifiesta cuando dejamos que otros nos perjudiquen o que persistan situaciones que nos causan sufrimiento, frente a las cuales podríamos hacer algo.
La aceptación valiente del dolor, de los problemas, de las angustias es una parte necesaria de la vida.
Gran cantidad de cosas no dependen de nosotros.
Existe algo que sí está en nuestro poder: el modo de reaccionar frente a lo que nos sucede.
El jugador no elige las cartas que le tocan, pero sí depende de él realizar las mejores jugadas.
Roxana Kreimer
0 comentarios:
Publicar un comentario