Si Dios eligiese una planta para representarlo, creo que elegiría al cactus, pues posee casi todas las bendiciones que Él intentó otorgar al hombre.
El cactus es humilde pero no sumiso. Crece donde no es capaz de crecer ninguna otra planta. No muere si el sol le quema en la espalda, tampoco si el viento lo arranca del acantilado o lo sepulta en la arena seca del desierto. Tampoco se queja si está sediento, ya que cuando llega la lluvia almacena agua para futuros tiempos difíciles. Florece de igual manera en el buen tiempo que en el malo. Se guarda del peligro y no hace daño a ninguna otra planta. Se adapata perfectamente casi a cualquier medio.
El cactus tiene propiedades que le permiten curar las heridas de los hombres y contiene extrañas sustancias que pueden hacer que una persona toque el rostro de Dios o se asome a la boca del infierno.
Es la planta de la paciencia y de la soledad, del amor y de la locura, de la belleza y de la fealdad, de la dureza y de la suavidad.
¿No cree usted que de todas las plantas, fue el cactus a quien Dios hizo a su propia imagen?
Anonimo
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